Policia violenta juventud.

Hasta que consiga algo de tiempo para poder disfrutar escribiendo las ideas que tengo sobre este vertiginoso mundo que nos rodea, voy a redactar una historieta repetida hasta la saciedad por la cantidad de ingredientes dispares que tiene. Adolescentes a la huida, fuerzas de seguridad, alcohol, un río cercano, violencia, cacota… allá va con pelos y señales.

Antecedentes: corría el año ’97, I.E.S. Miguel Servet, primer C.O.U. (me gustó y repetí). Durante la agitada primavera de aquel año, un buen día mi compañero de viaje (nos fuimos a la vez de un colegio de pago) se presentó con dos chicas murcianas que se habían escapado de casa. Al salir de casa se encontraron y no se les ocurrió otra cosa que presentarse los tres a las clases, con mochilones incluidos. A segunda hora «hicimos pirola» los 4. Aquel día vinieron a comer a casa, se quedaron roque nada más acabar de hacerlo. Saltaba a la vista que no eran unas compañeras de clase más, sí madre. Bueno, al tema: las dos se quedaron prendadas por el chico este y el finde la cosa estalló.

Nos encontrabamos de botellón al lado del Huerva, cuando una de ellas amenazó con tirarse al río (porque fue la amiga la que se quedó con el trofeo). Tonterías de borrachera. Así que, se me ocurrió «salvarla». Mi novia al lado, es decir, no era porque me interesará. Ella subida en un murete a un paso de tirarse. Yo salté la valla para impedirlo…y caí directo al agua. La pendiente de la ribera fue más que suficiente para que pasará de estar calentito, con mi cigarrito, a verme rodeado de la putrefacta «agua» de este afluente del Ebro; que a la altura del Puente de los Gitanos está especialmente asqueroso. Si sobreviví a aquello, no creo que muera intoxicado. Después de unos segundos de incertidumbre, conseguí agarrarme a unos matojos antes de que la corriente me alejara del todo.

Me quite toda la parte de arriba y las llaves y la cartera se la di al colega. A renglón seguido llegó un coche de la local y bajaron dos agentes. ¿Pues no estaba la chica de antes gritando «Puta Policia» en cuanto los vió?. Así que, indefectiblemente, no tuvieron más remedio que acercarse hacía nosotros y preguntar amigablemente quién coño había dicho eso. A pesar de mi estado de embriaguez, o más bien que acababa de salir del agua, recordé que las dos mozas no llevaban el DNI encima, y que las «repatriarían» a Murcia. Así que sin dudarlo, y saliéndome la faceta más quijotesca que tengo afirme que había sido yo. «Los pa-pe-les». Al pedirme que me identificara ya no me acordaba que la cartera la tenía otro. Así que di media vuelta y eché a correr, mojado de cintura para abajo y con unas botas militares. Ni 50 metros alcancé. Viendo que no conseguía despegar al madero de mi, afloje la carrera levantando las manos y llego a mi altura. Me soltó una hostia con la mano abierta que me perforó el oido derecho (después notaba como pasaba el aire al sonarme la nariz). En momentos críticos, los seres vivos reaccionan «soltando lastre», se supone que eso junto al chute de adrenalina sirve a los que van a ser devorados para que corran más. Yo sólo me cagué encima. Me llevó hasta el coche-patrulla y comprobaron que no era sospechoso de nada. Sólo una llamadita nocturna a casa.

Después ya me dieron la cartera y continuamos la noche. Acudimos a un bareto llamado «El agujero Negro». Apropiado nombre para el remate final de esta historieta. Con el pastel que llevaba no podía continuar la fiesta. Así que acudí al baño. Me desabroche el pantalón, me baje todo y por no desabrocharme las botas, rasgué los infectos gayumbos por los dos laterales. Como colofón lo lancé contra el techo…

Posted by vin on noviembre 21st, 2008 | Filed in Historietas | Comment now »

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