Alcohol y mujeres.

Todos sabemos lo difícil que puede llegar a ser entablar una primera conversación con alguien. Es cierto que hay ocasiones que es natural y fluye. Hoy voy a exponer situaciones dónde la lengua fue mucho más rápida que el cerebro y dije frases que han pasado a la posteridad en mi entorno más cercano.

El día que conocí a la que hoy en día es todavía una amiga tuve un ataque de sinceridad. Estabamos cuatro amigos en mi coche escuchando música. Por aquella época me había dado el puntazo de poner la BSO de Conán el Bárbaro. Lo flipaba. Estabamos en esas, fumando y tomando algún trago al lado de su instituto cuando se le ocurrió decir a ella que no le gustaba, que si podía cambiar de música. Fue cuando le dije que era «gilipollas». La chica es mona. Pero creo que desde entoncés me puso una marca.

Tiempo después, en una fiesta estuve observando el notable apéndice que comenzaba en el entrecejo y finalizaba encima de la bonita boca de una rubia simpatiquísima, centro de atención. Me acerque y le pregunté que si era escandinava. Ella no entendió nada. Le dije que me lo pareció por las narices que gastaba. El silencio se hizo presente en forma de muro. No quiso saber más. Esto me recuerda a otra ocasión queestaba con una chica muy maja, de agradable conversación y algo mayor que yo le espeté que «tenía que ser una chica que reía a menudo por las patas de gallo que tenía…» le dió un pequeño bajón y ya nada fue como antes de este desafortunado comentario.

Vamos creciendo en el calibre de las meteduras de pata y también hay que destacar la ocasión que volví a ver la amiga de la amiga de un amigo y observé que había mejorado su estado de forma. Así que me dispuse a decírselo cuando comencé la frase con un «Hoy te veo menos… GRUESA». En vez de un adecuado estás más delgada. Forzó una mueca de sonrisa, pero entendió que era un cumplido.Y ahora llegó al cenit de mis paridas. Las anteriores fueron meteduras de pata. Está vez fuí plenamente consciente y busqué hacer daño. Llevaba varios findes consecutivas que me convertí en un imán para las rellenas. Llego un punto que en uno de los bares canallas de la Capital del Desierto (Terminal), se me acercó una inocente y frágil gorda. A mi se me inflaron las narices y me surgió una duda: «¿Por qué todas las gordas oléis a Nenuco?». Dio media vuelta y vino una amiga suya a decirme que desapereciera de su vista. Me fuí al fondo del bar.

A ver, para el que no me conozca, yo no soy ningún portento físico. También he estado realmente gordo. Esta entrada es una recopilación. Me intereso porque la gente que me rodea este a gusto. También puedo hacer otra entrada de la crueldad de las mujeres. Hala, a disfrutar de este lluvioso día. Feliz Día de las Razas!!!.

Posted by vin on octubre 12th, 2008 | Filed in Historietas | Comment now »

Leave a Comment