De como casi me desgracio.
Voy a estrenar esta sección contando una de las historias que más veces he relatado. Ya la escribí en su momento, hace 13 años una carta a un programa de una radio libre y gané entre todas las historietas «nocturnas» que habían llegado. El premio fue una cinta grabada de The Adicts.
Acababa de empezar a salir de una forma metódica. Mi primer cieguete se remonta a un litro bebido entre 4 personas en la celebración de una Cincomarzada del ’94. Luego no recuerdo ninguna ocasión especial en la cual el alcohol estuviera presente hasta mi primer gran concierto en Mayo de del ’95. Parásitos+La Polla Record en «El Rincón de Goya»: Parque Grande (Primo de Rivera…sic). Bueno el tema es que a partir de ese momento empecé a conocer, digamos, los encantos de la noche. El tema de este post enlaza con una fría noche de Noviembre. Se me ocurrió salir de marcheta con dos pantalones. Empezamos aquel sábado de botellón en la City (Campus Universitario de Zárágózá). Por entoncés quedábamos a las 16:30 porque el Sabeco abría a las 17; por si alguien se retrasaba… Y hala, que si piña con vino blanco, cervezotas, etc. Así que a eso de las 21 o 22 el Norte hacía tiempo que lo habíamos perdido. Se nos ocurrió coger unos extintores del parking de la Plaza San Francisco para hacer una guerra con ellos. En mitad de la batalla paré para evacuar. Total, que acabo la operción, sacudo (o no?) y subo la cremallera…ups!!!
El tema es que iba con dos pantalones como ya he comentado. Subí la cremallera exterior deprisa y corriendo, sin habérmela guardado en los gayumbos y creyendo que había hueco de sobra, o yo que sé!!. Pero no, me cogí el pellejo de lo que es el tronco del pene. Escroto y glande quedaron a rebufo. No me dolió en absoluto…aah, el alcohol. Pero claro, acojona cuando ves que no puedes arreglar el desaguisado, que no baja. Pedí un tiempo muerto para que los de los extintores me «echaran una mano». Un colega se llego a poner de rodillas y con todas sus fuerzas intentó arreglar el entuerto. Fue el mismo que años después me pellizco de manera brutal en las piernas para comprobar si sentía algo después de que me cayera de un árbol haciendo el gamba. Me caí de espaldas y creí que me había partido la columna. Así que después de infructuosos intentos se nos ocurrió pedir ayuda profesional en El Clínico, un hospital que linda con el Campus.
Así que para allá fuimos. Unas 7 u 8 personas. Dos de ellas además de «tripi». Al llegar a la recepción empecé a dar datos falsos para que no transcendiera. Ahora ya ha prescrito, jajaja. Un momento glorioso fue cuando la chica me preguntó el motivo de mi ingreso en urgencias. Mire hacía abajo y luego sonreí. Me hizo pasar a una sala, dónde el colega aprovecho para coger un par de botes de Cloretilo (sus efectos son parecidos, dicen, al pegamento) antes de que entrara un médico con su enfermero. Al ver la situación me empezó a decir que habría que cortar. Un grito de desesperación cruzo la gélida noche. Iba a morir virgen!!. A renglón seguido la cosa se quedo en un pinchazo en la puntita para adormecerla. Luego ya tiraron de la cremallera sin vacilación alguna. Aplicaron yodo y me pusieron una gasa.
A la mañana siguiente me desperté con un ligero dolor. Cuando fui a mear al baño me asusté durante el corto intervalo de tiempo en el cual recordé como había llegado a parar una gasa semi-ensangrentada en un lugar tan íntimo. A los dos días, aún con algo de costra de las heridas que se habían producido la «probé». Todo correcto!!.
Leave a Comment